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sábado, octubre 19, 2013

Alberto Pujol y su costado musical



alberto pujol, mientras pinta podría pensar una canción. 

Esta semana la Orquesta Avilés interpretó un tema de Alberto Pujol, el popular actor de la televisión y la cinematografía cubana. Sucedió en el teatro Suñol y, escuchándolos, me puse a pensar que así como Alberto Pujol (habitualmente llamado Albertico) era notorio por sus certeras interpretaciones, pasaba casi desapercibido por su trabajo como compositor. Sus canciones sin embargo tienen la propiedad de una buena obra: logran quedarse en la mente de quien la escucha, como sucedió con ese tema que antes de a la Avilés le escuchara a Haila.
Yo no estaba en La Habana, donde solía verlo mientras aguardaba por las clases de en el Instituto de Periodismo. Alberto Pujol salía de su apartamento tirado por un perro, o solo y con gafas, caminando como caminan sus personajes, de manera natural, espontáneos. Nos separa mucha tierra. Por suerte estamos en el siglo XXI y existe un lugar llamado Facebook que es mejor que la aerolínea de mayor reputación. Facebook derriba distancia.
De modo que esta mañana estaba sentado junto Alberto Pujols para hablar de su trabajo en la música. Ambos tomábamos café. Ambos nos dedicamos unos minutos. Y aquí el resultado.

¿Qué sabes de la música (teóricamente, digo)?
-Estudié música (percusión) en el Conservatorio Amadeo Roldan, con Roberto Concepción como profesor; Aida Teseiro como profesora de Solfeo. Cursé otras asignaturas como Teoría de Apreciación Musical, Adiestramiento… en fin, todas las que componen el cuerpo de la pedagogía para un estudiante en esta especialidad.

¿Cuándo sentiste que la música podría ser un modo a través del cual desahogar sentimientos?
-Antes, mucho antes de ingresar al Amadeo Roldan. La historia con la música está en mí desde que abrí los ojos. Tuve la suerte de crecer en el seno de una familia de músicos.  Mi padre era el director del cuarteto Voces Latinas, y desde pequeño estoy viviendo dentro de lecciones de Armonía, dentro de montajes de voces, dentro de arreglos y partituras escritas por gente tan emblemática, por músicos tan emblemáticos  como Juanito Márquez, Roberto Marín, Wilfredo Riquelmi y, desde luego, rodeado de muchos artistas que hicieron época y que por añadidura eran amigos y compañeros de trabajo de mis padres. Podría decirte que me siento orgulloso de haber crecido y haber conocido y participado de momentos maravillosos de la música al lado de personalidades importantes. Y te hablo desde Gonzalo Roig, González Mantichi, Romeu y toda su tropa, Felipe Dulzaides y de ahí para acá todos los que quieras… Esther Borja, Cuca Rivero. ¿Te imaginas poder decir que Antonio Lázaro, primer tenor de la ópera, era prácticamente mi tío? No sé cuántas veces escuché las obras de Puccini mientras colábamos café. Raúl Acosta, la incuestionable voz prima del cuarteto los Meme, es mi tío. Como entenderás fue inevitable la música como única manera para expresarme, bien o mal.

¿Qué te inspiras a una canción?
-Muchas cosas.  Lo mismo que a los demás, una decepción, un encuentro, la casualidad, la añoranza… Pero esto de la composición es un ejercicio que conlleva una suerte endemoniadamente  mágica. Por culpa de dos acordes se convoca una melodía, y está convoca otra y de pronto estás atado al piano, preso de la armonía y no te hace falta nada más en el mundo.

¿A cuáles de los intérpretes que han popularizado tu obra recuerdas con mayor estima?
-Son muchos y todos lo han hecho muy bien. Siempre he quedado complacido. No puedo mencionarlos a todos por temor a omitir, pero te puedo asegurar que por las diferentes etapas que he pasado dentro de la composición he contado con voces importantes y muy populares. Desde Mirtha Medina a Hailita, Diana Fuentes, Leo Vera, Isaac Delgado, Miguel Angel Céspedes, Polito Ibáñez, Rojitas, Lilian García, Beatriz Márquez, Dayami Graso, Alfredo Rodríguez y, desde luego, Ojedita, que fue el primero que me grabó en un disco.

¿Quiénes fueron tus primeros modelos en materia musical ajenos a la familia? ¿Qué música escuchabas?
-Esa es una pregunta bien difícil. Escuchaba Los Beatles; Mamas and the Papas, George Gershwin, Juanito Márquez, que no vivía ya en cuba. Reitero, el diapasón era grande y variado. Pedro Luis Ferrer, Leo Brower… en fin, muchos músicos. Nunca he preferido una música sobre otra.

Haber vivido en un edificio con vecinos tan importantes como los Diego-García Marruz y el pintor Martínez Pedro influyó en tu sensibilidad. ¿Cómo fue tu relación ellos?
-Ahora te pareceré auto suficiente pero nosotros llegamos primero al edificio que los Diego.  Martínez  si vivía desde antes, pero era muy misterioso, prácticamente inaccesible. Solo me asomaba a través de una ventana y veía lo que hacía en sus lienzos. Entonces trataba de copiarlos. Se lo mostraba y le decía que era idea mía. Él me decía que sí, que era mi idea y que le gustaba mucho, pues le recordaba a un pintor que él conocía jajajajajajaj. Así crecimos los muchachos, al lado de Martínez. Lo admirábamos y lo odiábamos. No quería que nos montáramos en el elevador. Conocimos mucho de Martínez y hoy me atrevo a decirte que es de los mejores dibujantes que he visto en mi vida. .
En el caso de los Diego… lo que siempre digo: una bendición tener a los Diego-García Marruz en tu edificio, es la razón por la cual ese edificio es muy importante. Saber que podías en algún  momento  recurrir a Fefe, a Lichy, a Rapy y hasta la misma Fina creo que era un privilegio de los dioses. Es una familia que respeto por su intelectualidad, su proyección. Es precisamente un tronco de la cultura cubana que rige como una ceiba;  la familia Diego García-Marruz, con todos sus Vitier en las ramas. Yo me siento muy honrado de decir que soy amigo de ellos.

Supongo que por tu trabajo pictórico y musical se pueda desentrañar verdaderamente quién eres. ¿Qué intentas decirle al mundo? ¿Qué has estado tratando de decirle a los cubanos?
-Que no soy tan fácil, no soy tan obediente, no soy tan exacto como a veces proyectan mis personajes. Hay muchas cosas que trato de decir, más que todo en la pintura, que en definitiva es la que depende de mí completamente. Trato de enviar señales, trato de ser más libre. Abogo definitivamente por un espacio más amplio, donde cada cual exponga respetando el espacio del otro, su criterio genuino aunque sea adverso a lo que yo piense. Nadie es dios. Nadie tiene la verdad absoluta y mucho menos cuando tenemos una sola vida, científicamente comprobado. Yo creo que hay que abrir las mentes. Creo que tenemos que unir, esa es mi obsesión. Soy muy feliz cuando veo que el de al lado progresa y le va bien. De eso se trata.

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