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viernes, noviembre 12, 2010

Pablo Milanés canta otra vez Ámame como soy…


foto:amauri betancourt
Un joven de la PM Records, los estudios que dirige Pablo Milanés en El Vedado, nos llevó al lugar donde nos esperaba el trovador. Milanés viste de blanco y nos espera en una habitación del Hotel Pernik. Pareciera el color de su ropa una primera señal respecto a las intenciones con las que llega, luego del revuelo mediático en el que se ha visto tras sus declaraciones el pasado verano en Miami, tan controvertidas que desde La Habana le siguieron una andanada de reproches en la prensa oficial y hasta la radio y la televisión cubanos miraron con reserva la difusión de su obra.

 “Buenas”, dice, e inmediatamente estábamos en el balcón, con una magnifica vista a la Plaza-Mausoleo al General Calixto García, donde el viernes en la noche sucedería el concierto correspondiente a su paso por la ciudad. Se sienta en una silla. Lleva chancletas y espejuelos oscuros. Es Pablo Milanés, el artista que mucha gente admira o crítica. Sus canciones forman parte de la vida del cubano. Todas.  Sus criterios, revolucionan la mente de algunos, pero debido la sinceridad con que los suelta, colegas suyos, como Vicente Feliú, le acusa de haber perdido la cabeza.

Por ocho días sesenta personas recorren el Oriente de Cuba en un ómnibus chino de marca Yutong al que sigue una rastra inmensa. La rastra carga trozos de metal, sistemas de luces y un audio con potencia para 40 kilos. En el ómnibus se traslada los técnicos y magníficos músicos del grupo que le acompaña desde los años ochenta. “Será un concierto con estrenos, pero también se escucharán canciones viejas que compuse para series televisivas como Algo más que soñar y El naranjo del patio”, dice con una voz pausada, ahogado por  un racimo de  grabadoras y miradas ansiosas.    

Hace una semana rompió la Gira Nacional. Un frente frío llegaba al Occidente. En el Oriente, Tomás, un huracán que aquí sólo dejó un poco de agua, daba vueltas como un animal al acecho. La circunstancia meteorológica logró que el primer espectáculo concebido por Milanés se tambaleara. Pero, al final, Guantánamo disfrutó esta voz potente. La mejor de Iberoamérica, creen algunos colegas suyos como Joaquín Sabina. Interpretó canciones de diferentes temáticas, las más conocidas entre las que destaca Ámame como soy. Así comenzó la primera parte del periplo que le ha permito palpar la realidad de su país. "Cuba está mal", dice: "Si no hacemos algo podemos perder los que fueron nuestras conquistas."

Quizá, Pablo Milanés no sea lo que se dice un músico sonado entre los jóvenes. Aunque siga ostentando de una legión de admiradores heterogéneos, la edad, la difusión de su obra (que no es del todo mala) y el tipo de música que le ha distinguido lo conviertan hoy en un cantante cuya popularidad depende de  ciertos aspectos circunstanciales. Por ejemplo, su nombre se impone cuando participa en actos de carácter patriótico (habitual en una época) o luego de esas evaluaciones que suele hacer sobre el país donde nació y vive desde 1943.  Sin embargo, por fuerte que a sus contemporáneos le suene lo que declara, a los jóvenes el trovador bayamés pudiera resultarle ajeno.

Las eventualidades políticas han sido trascendentales para su proyección, al igual que lo fueron para todos los de la Nueva Trova desde la creación del Movimiento, incluyendo a su antiguo amigo y casi hermano Silvio Rodríguez, quien se refiere a las críticas de Milanés como "burdas" y "desamoradas". De modo que así como atrae nueva oleadas de público, otro parece alejarse, o al menos se quedan dubitativos ante lo que junto a Rodríguez considera  una herejía de su ídolo musical. "Soy un revolucionario y tengo derecho a decir lo que pienso", asegura.

Hay un grueso de sus seguidores que, sin embargo, se mantiene fiel no sólo a su obra musical, sino a su proyección personal y a su compromiso con causas diversas como la diversidad sexual o ideológica. Plantó posiciones hace mucho tiempo al emprenderla contra actitudes intolerantes de la sociedad, aún su advertencia de que no vivo en una sociedad perfecta… Recuerde usted su disco Orígenes (1994) o Plegaria (1995). Evoque aquella imagen donde el personaje encarnado por Rolando Brito en la serie Algo más que soñar cae ametrallado, mientras lo sujeta la melodía y la letra de Milanés: No ha sido fácil tener una opinión que haga valer mi vocación…

El asunto es que Milanés, quien también es promotor de los mejores ritmos cubanos, algo que dejó claro en sus trabajos discográficos titulado Años (volumen I, II y III) estaba de paso por Holguín, ofrecería un concierto que en este minuto ya es pasado y que, al escribir, ahora, aún está por suceder. 

La última gira que realizara por esta zona sucedió hace más de 20 años y, aunque el tango diga que 20 años no es nada, han pasado muchos acontecimientos por su vida: enfermedades, discos, desengaños amorosos,  canciones dedicadas a mujeres que amaba y luego no amó más pero de las cuales ni él ni su público pudo deshacese, premios... “El concepto musical básicamente es el mismo, pero uno se supera a sí mismo. Es otra forma de trabajo, es otra manera de decir.”, asegura con tranquilidad, pensando tal vez en la famosa frase de Heráclito : Nadie se baña dos veces en el mismo río. Ni el río ni el bañista serán igual.

Ya no exhibe su espendrú de antaño, por el que se le recordaba junto a sus jeans y camisa a medio desabrochar, estética que le hizo gritar a una mujer desde Coppelia a una cámara de televisión: "Quiero casarme con él. Lo amo." Ahora ha perdido pelos. sus pelos tienen canas. Y prefiere raparse, o al menos, mantener la cabellera a raya.  

En los últimos discos, sin hablar de Regalo (2007) y Como un campo de maíz (2005), que grabara en solitario, gustaba juntar su voz a la de otros amigos. “Me complace mucho cantar acompañado”, asegura. No sólo se trata de complacencia, sino de una vuelta a sus inicios, cuando participaba en programas infantiles e integró cuartetos de importancia como El Cuarteto del Rey. Mi reproche: reiteración melódica, timidez para la experimentación musical, que tan bien vendría a una voz majestuosa como la de Pablo.     

Recuerdo la última presentación de Milanés enesta ciudad. Era 1993 y para ella escogió nada menos que el estadio. La noche era lluviosa. Los días de penuria.  Yolanda, una de las mejores canciones escritas en Cuba sería coreada por la multitud. Desconozco qué pasará este noviembre. Faltan horas para el concierto. Sin embargo, ¡mire usted las cosas extrañas de este mundo!, cuando lea el texto usted, el espectáculo habrá pasado. Lo dice la canción: el tiempo, el implacable... La visita de Pablo Milanés y su grupo aún sin haber ocurrido ya es historia.       

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